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martes, 15 de enero de 2013

En EE.UU. también nos leen

Bueno stuff, Santiago. I really enjoy your perspective on things. I read most of your "postings." I look forward in learning more about reality and truth in the South American political scene, here on FB. I use Google "translate," btw...lol Grant Gailius Señor Santiago O’Donnell: En su artículo "Silencio" usted demuestra estar en la misma línea de periódicos como "El Nac[z]ional" o "Tal [por] Cual" de Caracas, de regodearse en supuestas intrigas en la "cúpula chavista". Sería bueno, de una vez, que proponga su opción de "transición" venezolana, en vez de seguir con una línea sinuosa de hacerse el neutral, en una situación en la que nadie puede serlo, como la de la patria de Bolívar. Sincérese. Eso sería bueno, para que Pagina 12 diera muestra de pluralidad, aceptando la colaboración de un pro-yanqui. Atentamente, Juan A. Cavero G.

Silencio - Por Santiago O’Donnell

El nuevo mandato de Chávez en Venezuela empezó el jueves con una movilización masiva, un fuerte gesto de apoyo de los aliados latinoamericanos y un respetuoso silencio de los demás países ante la inusual transición. Chávez estuvo presente en toda la ceremonia a través de su silencio estremecedor. Durante una década los venezolanos se habían acostumbrado a escucharlo, verlo y leerlo todo el tiempo. Aun cuando iba a Cuba a tratarse por el cáncer que le descubrieron hace un tiempo, siempre llamaba por teléfono desde La Habana a los programas amigos, empezando por La Hojilla, o irrumpía con sus tuits picantes en las tardes caribeñas o mandaba alguna que otra foto con el otro comandante. Pero ahora lleva un mes sin dar señales, desde que fue operado en La Habana por cuarta vez en un año y medio, el 10 de diciembre pasado.

Desde entonces los principales funcionarios del gobierno venezolano han peregrinado a la capital cubana para regresar con proclamas de unidad y lealtad al líder. Pero el verdadero estado de salud de Chávez sigue siendo un secreto de Estado muy bien guardado en la isla que gobiernan los Castro.
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Si bien el gobierno venezolano ha difundido 26 partes médicos, no sé sabe qué tipo de cáncer tiene Chávez ni para qué se le practicó la última operación. Los partes no mencionan la palabra cáncer, sino que hablan de “células malignas” sin aclarar dónde fueron localizadas. Ultimamente se sumó una “insuficiencia respiratoria” por una “infección pulmonar grave” pero los partes no dicen si esto significa que recibe o ha recibido asistencia respiratoria mecánica.

Al vacío informativo y la ausencia de actos y palabras de un líder acostumbrado a llenar el espacio mediático se suma el desplazamiento desde Caracas a La Habana del proceso de toma de decisiones del gobierno venezolano. Todo lo cual genera dudas y ansiedad, tanto en el chavismo como en la oposición. Por ejemplo, el martes pasado la Asamblea recibió una carta avisando que el presidente, por consejo médico, no asistiría a la jura del jueves. La carta, que leyó el presidente de la Asamblea, Diosdado Cabello, no llevaba la firma de Chávez sino la del vicepresidente Ejecutivo, Nicolás Maduro. El mismo Maduro ha dicho que Chávez está consciente y en pleno uso de sus facultades mentales. Pero si está en condiciones de ser presidente, ¿por qué no puede firmar una carta?

Lo razonable entonces sería decretar al menos la “falta temporal” de Chávez, artículo 234 de la Constitución, que le permite al menos 90 días de licencia con permiso de la Asamblea, renovables por otros 90 más, para recuperarse de su problema de salud. Pero no es lo que resolvió la cumbre del chavismo reunida en La Habana la semana pasada. Allí se resolvió que va a seguir como vicepresidente ejecutivo Nicolás Maduro, el heredero político designado por Chávez.

El mandato de Maduro termina el 10 de enero y, a diferencia de Chávez, Maduro no ha sido reelecto, sino que su cargo debe ser refrendado por un decreto que por ahora el presidente no parece en condiciones de firmar. Pero (en estricto orden cronológico) con el guiño de La Habana, el aval de la Asamblea legislativa dominada por el chavismo y el apoyo formal del Tribunal Supremo de Justicia de mayoría automática chavista, Maduro legitimó su permanencia a cargo del Ejecutivo.

A su vez la oposición, agrupada en la Mesa de Unidad Democrática (MUD), dijo que respetará el fallo aunque no esté de acuerdo. Uno sospecha que el fallo será acatado no por un estricto apego a los principios republicanos por parte de la MUD, sino porque a la oposición le conviene que se estire la transición presidencial, habida cuenta de que viene de sufrir palizas electorales a nivel nacional, en octubre y diciembre, a manos de las fuerzas del chavismo.

En el plano internacional la continuidad de Maduro recibió apoyos de países clave. El sentimiento no fue unánime, pero ningún país salió a cuestionar el arreglo de continuidad del gobierno que, en los hechos, más allá del liderazgo espiritual del comandante Chávez, encabeza Maduro. Brasil fue el primero en dar el visto bueno a través de declaraciones del asesor internacional de la Presidencia, Marco Aurelio García, quien había viajado a La Habana el 31 de diciembre. “En ese punto (si el presidente no puede jurar) hay un vacío constitucional y la interpretación que está siendo dada es que asume el vicepresidente”, dijo el veterano diplomático, cuidando cada una de sus palabras.

Otros gobiernos fueron más enfáticos en su apoyo a Maduro. El boliviano Evo Morales y el uruguayo José Mujica asistieron en persona a la jura virtual del 6 de enero. También asistieron los presidentes de Nicaragua, Haití, Dominica y el vicepresidente de Cuba, representantes de cuatro países que reciben petróleo venezolano a precio muy subsidiado por decisión del gobierno de Chávez. Argentina y Ecuador mandaron a sus cancilleres. Los presidentes de Argentina y Perú, Cristina Fernández y Ollanta Humala, viajaron a Cuba para visitar a la familia de Chávez, aunque no tuvieron acceso al presidente enfermo. También se pronunció a favor de la continuidad de Maduro el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, en base a que los tres poderes del Estado venezolano ya se habían pronunciado al respecto, coincidiendo en el aval al interinato del vicepresidente.

Por otra parte, los gobiernos de Chile, Colombia, México y Panamá, entre otros, tomaron distancia. Al igual que Brasil, no mandaron representantes a la jura virtual del 10 de enero. En la misma sintonía se mostraron Estado Unidos y la Unión Europea, con sendas declaraciones de prescindencia sobre los acontecimientos que se desencadenaron en Venezuela a partir del agravamiento de la enfermedad de Chávez.

La continuidad de Maduro al frente del Ejecutivo puede leerse como una señal de desconfianza hacia Cabello, quien es la persona que debería asumir, según la Constitución, ante la ausencia de Chávez. O sea, es Cabello quien debería reemplazar a Chávez durante su “falta temporaria” y es Cabello quien debería llamar a elecciones en 30 días si se diera el caso de “falta total”.

Pero es difícil saber quién desconfía de quién. Puede ser que Maduro desconfíe de Cabello porque el delfín de Chávez hizo gran parte de su carrera política en el sector gremial y en la Cancillería venezolana y no tiene el poder territorial ni el predicamento entre los empresarios, los políticos y los militares que tiene Cabello, un ex compañero de armas de Chávez, que además fue gobernador de Miranda, ministro de Obras Públicas, presidente interino y actualmente es vicepresidente del partido.

Mientras Maduro intenta instalar su figura desde un lugar incómodo, mezcla de emisario, reemplazante y sucesor, Cabello parece sobreactuar su lealtad al proyecto y su subordinación a Maduro.

Fue Cabello el primero en plantear que “la voluntad popular está por encima de la Constitución” al proponer que se postergue la jura del presidente pocas horas después de la operación en Cuba. Y fue Cabello quien, cuatro semanas después, invitó a las masas a llevar boinas y llenar las plazas, porque ellos representarían a Chávez en la jura virtual. Y fue Cabello quien abrazó a Maduro en público no menos de media docena de veces en la última semana para que nadie piense que están peleados. Pero cuanto más destacan la humildad y subordinación del omnipresente Cabello, más agrandan su figura. Cabello como contrapartida de Maduro, el gobernador populista con peso propio contra el cuadro disciplinado que depende del dedo de su líder. Es entendible que alguien como Cabello genere desconfianza en Caracas y más aún en La Habana. Está claro que la isla apuesta a la continuidad de los subsidios petroleros venezolanos y parece que Maduro ofrece más garantías de esa continuidad que un ex gobernador millonario identificado con la boliburguesía.

El nuevo mandato de Chávez empieza con dudas y ansiedad, sobre todo por la deteriorada salud del joven presidente que ha dominado la vida pública de Venezuela y de toda la región durante la última década. Pero también por lo que pueda pasar en este nuevo período, si es que ya no está pasando.

Publicado en Página/12 el 13 de enero de 2013

martes, 8 de enero de 2013

Para Pensar (Mensajes sobre "Momento delicado")

Santiago, acabo de leer tu interesantísimo artículo "Momento delicado". Quería comentarte dos cosas.

1) Vos decís: "No por la fuerza de sus argumentos legales sino porque el TSJ tiene mayoría automática chavista, sobre todo desde que Chávez amplió la corte al estilo Menem, de 20 a 34 miembros, una década atrás." Interesante, si se vota según la mayoría es "automática", de donde se puede deducir que para no ser automático (que suena a antidemocrático) hay que darle la razón a la minoría que, en gobiernos populares o populistas ya sabemos quienes son.

2) Decís en otro fragmento: "Pero ningún arreglo por el estilo le haría bien a la Constitución bolivariana." Las constituciones no son fines en sí, sino medios. ¿Medios para qué?: para dar las bases del Derecho que a su vez establece las "reglas del juego", en un "juego" donde se dirimen diferentes intereses. La idea de un Derecho (y una constitución) no "contaminada por la lucha de clases" me parece fantástica (por fantasía).

Bien, puntos de vista que le dicen. Quizá el escamotear la verdad (enfermedad terminal, incluso la posibilidad que ya esté muerto o en un camino sin retorno) no sea en términos absolutos lo más limpio, todos en el campo popular quisiéramos que el pueblo sea el actor de su historia... de la boca para afuera por lo menos. Lo real es que la política no es el territorio limpio de los principios, sino el escabroso de la lucha por el poder. Claro que el límite entre lo conveniente y la traición es a veces demasiado sutil si no se tiene el diario del lunes. (Pienso ahora que Stalin para defender el socialismo de la Madre Rusia, terminó por destruir el socialismo y toda idea libertaria.)

Te agradezco el artículo, que me hayas hecho pensar (bien o mal) y te mando un abrazo. 
Daniel Sorín.
excelente análisis, Santiago.
Dênis de Moraes 






Acaso existe alguna ley de acefalia ?
Ricardo Aberg Cobo

Rta: si, ricardo, por "falta temporal" o "falta total". es lo que el chavismo querr'ia evitar.

Momento delicado - Por Santiago O’Donnell

Difícil caracterizar el momento. Presidente muy enfermo tratándose en Cuba, el viernes a la noche el vicepresidente ejecutivo de Venezuela, Nicolás Maduro, le habla al pueblo pero no desde una tarima sino en formato de entrevista televisada, como si fuera un programa periodístico, pero con el joven ministro de Comunicación Ernesto Villegas en el rol de entrevistador.

“Para hablar delante de la cámara lo que estuvimos hablando fuera de cámara”, según contó el vice con tono despojado y ligeramente confesional, bigote, presencia y camisa amarillo patito bajo un gran cuadro del libertador Bolívar, en un salón del Palacio Miraflores (foto). El intercambio sirvió para anunciar, una vez más, que el estado de la salud del presidente Hugo Chávez es “delicado”.
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No es la primera vez que Maduro lo dice desde que asumió las funciones de Chávez hace casi un mes. De hecho, desde entonces él y Villegas se vienen repartiendo los anuncios oficiales sobre la salud del presidente. Villegas suele hacerlo con los partes menos alentadores, leyendo escuetos comunicados. Maduro, en cambio, da las noticias menos malas y suele engordar sus informes médicos con discursos políticos y citas históricas, como le gustaba hacerlo a Chávez cuando él mismo informaba sobre su salud. Fue el vice en funciones quien dio la noticia de que Chávez había sobrevivido a su última cirugía tras seis horas de quirófano, superando un sangrado. Ayer contó que la infección respiratoria de Chávez se había “estabilizado”, 24 horas después de que Villegas informara que el presidente padecía de una “infección grave” con “insuficiencia respiratoria”, lo cual, sumado a todo lo que venía padeciendo, redondeaba un cuadro sombrío.

Tanto que en el infomercial político del viernes por la noche, Maduro debió precisar con mucho cuidado el alcance político y legal del adjetivo “delicado”...

Para empezar, el vice quiso dejar en claro que por más delicado que esté el asunto, Chávez está en pleno uso de sus facultades como jefe de Estado. Las retiene aunque esté en uso de licencia, señaló. La Constitución, explicó el vice, estipula que un jefe de Estado puede tomarse hasta un máximo de 180 días de licencia, siempre y cuando la Asamblea se la apruebe. En el caso de Chávez, acotó Maduro, la Asamblea le aprobó la licencia por unanimidad y su equipo está trabajando con normalidad, siguiendo las instrucciones que oportunamente dejara el presidente.

Después, Maduro contó que él mismo ha visto a Chávez interactuar con personas, como para que no se confunda “delicado” con “inconsciente”. Dijo que estuvo con Chávez en La Habana después de la operación, que habló con él, que lo vio levantado. Dijo que después Chávez sufrió una infección respiratoria de la cual estuvo ampliamente informado el pueblo venezolano, pero que ya está estabilizado, parámetros estables, descansando. A pedido de Villegas, Maduro aclaró que el “reposo absoluto” de Chávez, debidamente informado por el gobierno, no impidió que un día el presidente llamara a otro ministro en Caracas, que no era ni Maduro ni Villegas, y que preguntara por los números del cierre de año de la economía venezolana, aseguró el vicepresidente ejecutivo.

O sea, Chávez no estará tan bien, quizás, como para jurar ante la Asamblea el 10 de enero, como dice la Constitución, pero tampoco se encuentra en un estado tan desesperante como para abdicar de su mando. Maduro y Villegas dijeron repetidas veces que las informaciones que circulan en cierta prensa internacional, describiendo a Chávez en un estado desesperante, no eran ciertas. Maduro dijo que su corazón le dice que Chávez se va a recuperar y que ésa es la verdad que maneja.

Para que nadie extrañe demasiado a Chávez, Maduro la emprendió en contra de la oposición. “Golpista inmediato”, tildó a Ramón Aveledo, secretario ejecutivo de la coalición que enfrentó al gobierno en las últimas elecciones. “Golpista espaciado”, llamó al ex candidato presidencial de esa coalición, Henrique Capriles.

Minicopia de la Constitución Bolivariana de 1999 en mano, Maduro cargó contra los dos rivales políticos por tener interpretaciones distintas a la suya sobre lo que pasará el 10 de enero si Chávez no puede jurar.

Según la interpretación que hace Maduro, Chávez podría jurar su tercer mandato en una fecha posterior al 10 de enero, a criterio del Tribunal Superior de Justicia (TSJ). Esto es así, según Maduro, porque un artículo constitucional dice que si el presidente no puede jurar ante la Asamblea, entonces puede hacerlo ante el TSJ. Según dio a entender Maduro, la falta de jura no está en la lista de causales de “falta total” que justificarían una transferencia de poder anticipada.

En el diálogo con Villegas, Maduro leyó la lista de causales de inhabilitación total, lista que por supuesto encabeza la muerte. Maduro se detuvo y Villegas repreguntó sobre la otra opción que contempla la Carta Magna bolivariana y que podría aplicarse a una situación como la actual. Se trata del caso de una “falta total” o inhabilitación por razones de salud. En esa situación, explicó Maduro, según la Constitución, una junta médica debe declarar que el presidente, en este caso Chávez, padece una condición “irreversible” que le impide volver a la presidencia. Si ello ocurriese, ese hipotético dictamen médico, para ser causal de acefalía de gobierno, debería ser antes refrendado por voto mayoritario de la Asamblea nacional, señaló el vice. No le hizo falta agregar que en este caso la Asamblea se encuentra dominada, en proporción de ocho a tres, por fuerzas leales al presidente, y es difícil que ese cuerpo proceda con la destitución en vida del caudillo bolivariano, por mucho que Chávez no jure el 10 de enero o se ausente de Venezuela durante largos meses para recibir tratamiento en Cuba.

Entonces todo quedaría en manos de la Justicia, explicó Maduro, ya que la fecha de la jura se trata de una mera “formalidad”. El vice de Chávez no dejó lugar para la duda. “El nuevo período empieza el 10 de enero. Cualquier otra interpretación de los interpretadores... es golpista”, sentenció el sucesor elegido por Chávez.

Todo esto dijo Maduro, de a ratos con fastidio, de a ratos con dolor, de a ratos con entusiasmo, mientras recorría, al ritmo que le iba marcando Villegas, los distintos roles que le toca asumir en este difícil momento: delegado, heredero y líder presente, y los distintos ámbitos que debía representar: partido, gobierno, Estado.

Nadie sabe qué va a pasar en Venezuela en las próximas horas, mucho menos el 10 de enero. Chávez puede mejorar o seguir igual, pero no le queda mucho margen para empeorar. Si llega al día de la asunción en estado de reposo absoluto, como ahora, y no puede jurar, es probable que el TSJ le extienda el mandato y que Maduro siga a cargo del Ejecutivo. No por la fuerza de sus argumentos legales sino porque el TSJ tiene mayoría automática chavista, sobre todo desde que Chávez amplió la corte al estilo Menem, de 20 a 34 miembros, una década atrás.

Pero no hace falta ser un constitucionalista para entender que el actual mandato presidencial de Chávez termina el 10 de enero y el próximo mandato debería empezar ese mismo día, siempre y cuando el presidente electo esté en las condiciones mínimas necesarias para aceptar el mandato. ¿Cómo se puede dar por aceptada nada menos que una presidencia, si la persona elegida no puede expresar públicamente el deseo de asumir el cargo?

El tema es que a la oposición, y sobre todo a su probable candidato Capriles, le conviene que se estire la transición para recomponer su fuerza política tras las dos duras derrotas electorales a nivel nacional que viene de sufrir en noviembre y diciembre pasados. Por eso, el propio Capriles dijo que estaría dispuesto a aceptar una postergación de la jura, abriendo la puerta para un acuerdo extraconstitucional con los chavistas. Pero ningún arreglo por el estilo le haría bien a la Constitución bolivariana. Y sería una pena, ya que se trata de una Carta Magna que ha sido aceptada por la oposición y refrendada por una amplia mayoría de venezolanos dos veces por la vía plebiscitaria, siendo la primera vez en la historia que los venezolanos votaron una Constitución. En un país tan polarizado, la aceptación lograda por su Constitución es sin dudas uno de los mayores logros del chavismo. Ese texto no contempla postergaciones ni fechas alternativas al 10 de enero, sólo dice que una vez realizados los comicios, el presidente electo debe jurar ese día.

Nadie sabe bien todavía qué va a pasar cuando se cumpla el mandato actual de Chávez, ni qué pasa si sucede algo antes de ese día, ni qué pasa si eso sucede después. Momento delicado en Venezuela, revolucionario y aluvional, con Maduro al parecer predispuesto a seguir gobernando si Chávez no jura, lejos de los “formalismos”, atrincherado en Miraflores, esperando el regreso del comandante todo el tiempo que haga falta esperar.

Publicado en Página/12 el 6 de enero de 2013
Imagen: AFP